El día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, que se celebra cada 21 de marzo desde que se instituyó por Naciones Unidas en 1966, brinda una oportunidad a nuestra sociedad plural y diversa, de renovar su compromiso para construir un mundo más solidario, con igualdad de oportunidades para todas las personas y en el que la discriminación racial, el odio, la xenofobia y la intolerancia no tengan cabida.

Un año más nos manifestamos contra todo tipo de conductas, expresiones, discursos y ataques racistas y xenófobos con el fin de que llegue un día en que desaparezcan estos ataques y se consiga la protección de la dignidad de todas las personas. Ya es hora de que dejemos de prejuzgar por el origen étnico, color de la piel, religión, cultura, orientación sexual o identidad de género, porque TODAS LAS PERSONAS SOMOS IGUALES Y SOLO HAY UNA RAZA, LA HUMANA.

Se transmite una imagen deshumanizada de las personas pertenecientes a estos sectores de población, provocando con ello su estigmatización y una gran animadversión hacia todas ellas. Cuando se les niegan sus derechos, se les detiene, se les increpa, se les ataca o se les hace cualquier otra cosa deplorable no pasa nada, la gran mayoría de la sociedad mira a otro lado y todo está justificado.

  
Todos esos discursos y actos racistas y xenófobos que fomentan el odio y la intolerancia contra otros seres humanos se han incrementado en los últimos tiempos. Estas personas huyen de situaciones de conflicto y violencia, de miseria y hambre, e intentan llegar a esta Europa que está fuertemente fortificada y amurallada. Durante su periplo migratorio desde sus lugares de origen hacia su destino sufren violencia (malos tratos, tortura, violaciones, etc.), explotación, secuestro, trata, subordinación, invisibilidad, discriminación, desvalorización, criminalización y represión. En este camino muchas de ellas pierden hasta la vida.

Los citados discursos y actos provienen de grupos radicales de extrema derecha, de algunos políticos sin escrúpulos y de algunos medios de comunicación, que tergiversan lo que está sucediendo e incitan los instintos más básicos del ser humano con prejuicios, estereotipos, estigmas y falsedades de todo tipo, y para ello cuentan con el apoyo, por consentimiento tácito, de amplias capas de la sociedad y de los gobiernos. Tratan de hacer creer a la gente (y lo malo es que lo consiguen en gran medida) que sus males y el sufrimiento que padecen (motivados realmente por la crisis generada por un capitalismo exacerbado e inhumano y por unas políticas antisociales), así como el terrorismo y los hechos delictivos son consecuencia de la llegada de personas de otras culturas, nacionalidades, religiones, etc.

Sin embargo, los gobiernos europeos, que ante esta intolerancia no hacen nada, reaccionan frente a esta crisis humanitaria blindando aún más sus fronteras y restringiendo al máximo el derecho de asilo. De esta manera logran que las rutas hacia Europa sean cada vez más largas, inseguras y peligrosas (la mayoría por vía marítima, con lo que ello conlleva) y provocan muertes, desapariciones, heridas de bala o por cortes con las concertinas. Además alimentan otros sufrimientos facilitando los secuestros de menores, el tráfico y trata de personas (mujeres, sobre todo) y la explotación laboral y sexual.

  
Y cuando por fin estas personas logran llegar a Europa, son tratadas, tanto por los gobiernos como por una parte importante de la población, como animales, como personas apestadas, sometiéndolas a tratos crueles y degradantes, hostilidad, amenazas, acoso, coacciones. Se les somete a condiciones de vida infrahumanas, hacinándolas en campos improvisados con una climatología muy dura y sin ropa de abrigo ni alimentos suficientes y con absoluta falta de condiciones higiénicas. Es decir, se las aboca a la indigencia, a la enfermedad e incluso a la muerte, y en bastantes casos se las retiene en CIES y se las expulsa. O sea, no solo se les obliga a olvidar su cultura, sus costumbres o su religión, sino que se les ponen todas las trabas posibles para que tampoco tengan futuro.

Y lo más grave es que la mayoría de la sociedad no hace frente a estos discursos racistas y a estas políticas y leyes de extranjería de efectos perversos y contrarias a los derechos humanos.

Nuestra memoria colectiva es selectiva y no quiere recordar los millones de migrantes del sur de Europa (en gran parte, de España) que se desplazaron no ya a América, Australia o Canadá sino a Francia, Bélgica, Suiza o Alemania y cuyas condiciones de vida no se caracterizaron precisamente por la abundancia. Muchas de estas personas viajaron sin papeles.

Como bien dice el Presidente del Movimiento contra la Intolerancia, “la amenaza real no son los 7.000 millones de seres que pueblan la Tierra, muchos en condiciones extremas; el problema evidente son los 2.000 oligarcas financieros que con sus decisiones esquilman recursos, hunden a las gentes en la miseria, desestabilizan países, provocan enfrentamientos y nos lanzan a sus guerras”.

Por eso, nuestro objetivo es desactivar toda esta intolerancia, promovida y sostenida desde estereotipos, prejuicios, ideologías totalitarias, fanatismos religiosos, conocimientos acientíficos y la ignorancia e intereses de múltiples dimensiones, que es la raíz del problema. Queremos que se cumpla el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que nos recuerda que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

  
Por todo ello solicitamos el establecimiento de un marco legal adecuado para la prevención, atención y eliminación de todas las formas de discriminación racial, el impulso de la aplicación transversal de la igualdad de trato y la no discriminación en el diseño, ejecución y evaluación de las políticas públicas. Pedimos una coordinación entre las diferentes administraciones públicas y la colaboración entre las mismas, los agentes sociales y la sociedad civil organizada, todo ello para favorecer la corresponsabilidad social ante la discriminación racial.

De ahí que os animemos a todas y todos a trabajar en solidaridad, a respetar a todas las personas, a desarrollar estrategias para tejer vínculos específicos de integración, y a defender la dignidad y los derechos humanos para todas ellas.

Y no podemos finalizar sin recordar a todas las víctimas de la intolerancia, mostrándoles nuestro respeto y dolor compartido y nuestra memoria de compromiso para evitar la indiferencia y el olvido.
 PLATAFORMA PAPELES Y DERECHOS DENONTZAT.

SOS RACISMO NAFARROA.
AMNISTIA INTERNACIONAL.
FEDERACIÓN DE ASOCIACIONES GITANAS DE NAVARRA GAZ KALÓ